viernes, 8 de febrero de 2008

Huele a podrido en El Altillo

COLEGIALAS
Unas vistas espectaculares a la costa, una vivienda recién construida, una hipoteca a las espaldas y el reboso constante de las cloacas rondando sus casas. Así viven los casi 50 vecinos del edificio Luján, del camino de la Villera, ubicado en el emblemático barrio de El Altillo, en Moya.
Dos años viviendo en sus casas y uno y medio aguantando los malos olores que se desprenden del pozo negro que habita bajo sus domicilios. Vecinos de Moya que, en pleno siglo XXI, ven cómo cada 15 días se rebosa la fosa séptica a la que van a parar sus desechos, inúndales el segundo sótano del garaje, fluyendo por la acera que bordea su edificio de 25 viviendas y ascendiendo a sus anchas «el pestazo», que desprenden los excrementos y demás residuos humanos que atesora la fosa séptica de 8.000 litros de capacidad.
Estos vecinos de El Altillo pueden vivir con el mal olor e incluso pueden soportar en sus bolsillos el hacer frente a los pagos de las cubas que les extraen los residuos del pozo cada 15 días por casi 400 euros al mes, pero lo que no aguantan más es «el seguir pagando la contribución y el alcantarillado al Ayuntamiento» cuando no se les está prestando el servicio por el que cobran anualmente, pues es «insufrible e insoportable esta situación», comentaron varios. Tanto que, a menos de 100 metros, se puede degustar el aroma a fosa séptica en la misma calle en la que se emplaza el edificio Luján.
Cuando llueve la situación se agrava, ya que las aguas fluviales de la azotea desembarcan directamente en el pozo negro, haciendo que se rebose mucho antes e impulsando hacia una pequeña barranquera, que se sitúa en el lateral norte del edificio, la porquería, que corre cuesta abajo hasta desembocar directamente en el mar. Los propietarios sólo quieren que «el Ayuntamiento» les solvente el problema, pues ellos aprobaron las células de habitabilidad sabiendo que el pozo «no cumple la normativa», indicaron.