viernes, 7 de diciembre de 2007

Aprendices de la madera


CUIDANDO LAS TRADICIONES. BIEN
La tradición carpintera en el municipio de Moya es por todos conocida. De hecho, el número de empresas que se dedican a esta sector es abundante. Por este motivo, el Consistorio apostó, en su día, por un taller de ebanistería. Desde enero, 15 alumnos han aprendido los secretos de la profesión.
El municipio de Moya ha apostado por formar a nuevos profesionales de la ebanistería. Este mes emergerán en la villa 15 potenciales artistas de la madera, y llama la atención que 12 de ellos son mujeres. Desde enero, han conocido todo el proceso que lleva la creación de un mueble; de hecho, cada uno de ellos se ha encargado, individualmente, de todo el proceso desde que tiene en sus manos la materia prima, la madera, hasta llegar al producto final.
Durante el periodo de formación han llevado a cabo 20 literas, cuatro cómodas y unas 18 mesas de noche. Todo este mobiliario, creado en madera de morera, acabará en el futuro albergue de el Jardín del Corvo.
La directora del taller, Mónica Farías, considera que el curso «ha roto los esquemas habituales de lo que hasta ahora han sido las actividades formativas desarrolladas en la Isla, ya que los talleres de carpintería han sido abundantes; sin embargo, uno dedicado a la ebanistería es toda una novedad en la Isla». El taller, subvencionado por el Fondo Social Europeo y el Servicio Canario de Empleo, no sólo ha estado destinado única y exclusivamente a la ebanistería, la formación en estos talleres es más global con clases de informática, de riesgos laborales, además de facilitarles las herramientas necesarias para crear su empresa.
El concejal de Desarrollo Local, Daniel Ponce, entiende que existe una gran demanda en el municipio de estos profesionales, «dado el elevado número de carpinterías que existen en la villa», señalo el edil, quien destacó que el trabajo realizado por los alumnos y alumnas «va a quedar para el futuro en el albergue deEl Jardín del Corvo».
Una talla afortunada.
María Reyes Almeida considera que el curso le ha venido muy bien: «Mi marido es carpintero y ahora le puedo ayudar, además me encanta tallar, siempre me han fascinado las manualidades». Por su parte, Agustín Espino se considera muy afortunado, para él ha sido todo un privilegio: «sé que no todos tienen la oportunidad de poder aprender en un taller de ebanistería y mucho menos la posibilidad de hacerlo con los mejores tallistas de la Isla», reconoció.